Creo que no hay sitio que me recargue más las pilas que este, La isla de la Toja.
Mi padre ya venía con mis abuelos, y yo empecé a venir con él. Ahora yo traigo a mi familia y todos mis primos hacen lo mismo, por lo menos un fin de semana «largo» en verano que siempre suele ser en julio.

¿Y qué tiene esta isla?

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Pues una armonía increíble. A parte miles de momentos vividos con mi familia que año tras año nos enriquecen a todos los que vamos a pasar unos días en ella.

Para empezar posee una ermita consagrada a San Caralampio y la Virgen del Carmen del siglo XII recubierta de conchas de vieiras. Muy peculiar.

Cada año que voy, a mis pobres hijas les hago una sesión de fotos con ella de fondo. Protestan siempre un poco, pero luego pasan los años, las ves, y sonríes siempre que las vuelves a ver, y eso es bueno. Recordar momentos bonitos siempre es bueno.

La historia de La Toja comienza con el descubrimiento de los manantiales y la leyenda  de un burro enfermo que -abandonado para poder morir tranquilo en la isla- se recupera gracias a las propiedades medicinales de unos grandes charcos de agua y lodo.

Hoy en día, los tres hoteles que se encuentran en ella ofrecen balneario y club termal aunque entre ellos el más maravilloso es el Gran Hotel La Toja, un hotel con mas de 100 años de historia.

Solo nos alojamos allí una vez, pero todos los años entramos, tomamos el aperitivo en su cafetería o compramos en sus tiendas. Es visita obligada.

Un club de golf de los mejores de Galicia, un club náutico pequeño pero en un entorno espectacular, esa cantidad de árboles por todas partes, sus casas maravillosas y su ambiente, un ambiente tranquilo lleno de paz y buenas energías.

El casino, que hace mucho que no voy pero recuerdo años atrás el ambientazo que tenía y lo arreglados que nos poníamos todos  y la antigua fabrica de jabones La Toja  que ya en 1905 estaba en funcionamientoy los puestos de collares de conchas tan bonitos alrededor de la ermita…

Tiene playa claro, aunque nosotros teniendo la playa de la Lanzada a cinco minutos, ni lo dudamos, pero cualquier parte de la isla, hasta la playa llena de árboles tiene su encanto.

Hay 21 hectáreas de bosque protegido, es decir no se puede edificar y además lo tienen supercuidado. He leído que dentro tienen burros. Que Emilia y Pardo, una pareja de burros fariñeiros viven ahí. Desconozco si han formado familia o los que son en este momento. Se que mis primos los peques los van a ver siempre. ¡La de sitio que tienen para correr y lo privilegiados que son! 
Foto Muñiz. Faro de Vigo

 
Mis niñas, con su infinita paciencia para los posados fotográficos, y una reflexión que este año leí y me pareció muy interesante en esta época nueva de nuestras vidas en la que «necesitamos» tantas cosas…
«Las cosas importantes de la vida, no son cosas. Son momentos, emociones, recuerdos, lecciones…»

Y yo así lo creo. ¡Mil besos!

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